Cuanto más blando, mejor
¿Tienes dificultades para tragar (lo que se conoce como disfagia)? Tragar es un acto reflejo, y una de las acciones más complejas que realiza nuestro cuerpo.
La disfagia se produce cuando ingerimos ciertos alimentos, sean líquidos o sólidos. La función principal de la deglución es hacer que pasen suficientes nutrientes y agua a través del tubo digestivo, impidiendo que entren en las vías respiratorias (aspiración). Las consecuencias de aspirar alimentos pueden ser muy variadas, desde no causar ninguna lesión a provocar una neumonía o la asfixia por obstrucción de las vías respiratorias.
Tragar de forma segura evita complicaciones como bronquitis, neumonía, desnutrición y deshidratación. Un cambio en la viscosidad y consistencia de la comida masticada (lo que se conoce como bolo) mejora considerablemente la seguridad al tragarlo. Modificar la textura de líquidos y sólidos es importante para evitar la aspiración y garantizar una buena hidratación y un correcto estado nutricional.
¿Qué puedes hacer si tienes dificultades para tragar?
IMPORTANTE: si sufres disfagia consulta a tu médico para que determine la consistencia que deben tener tus alimentos. Elige los consejos adecuados solo después de conocer tu fase de disfagia. ¡Habla primero con tu equipo de atención sanitaria!
En función de la fase de disfagia en la que te encuentres, debes tener en cuenta algunas cosas. Los siguientes consejos aportan información sobre las distintas fases de la disfagia y deben elegirse con cuidado.
Evita:
- Líquidos ligeros, como agua, infusiones, zumos o caldos.
- Alimentos difíciles de masticar, pegajosos, duros o que se desmenuzan fácilmente, como arroz, pan granulado o carne picada.
- Alimentos que pueden irritar la cavidad bucal, como tostadas, galletas, frutos secos o patatas fritas.
- Alimentos difíciles de masticar, duros o pegajosos, como verduras crudas o pan de sándwich.
- Alimentos con dos texturas distintas, como sopas, cremas con picatostes o frutas que sueltan jugo al masticarlas.
Mejor:
- Bebe líquidos semidensos, como néctares y zumos de verduras.
- Toma yogur y purés de frutas o líquidos muy densos o cremosos.
- Come alimentos blandos o picados con salsas, como puré de patatas o pan blando.
- Prueba a utilizar polvos espesantes sin sabor para espesar tus sopas u otros alimentos líquidos.
- Come en un ambiente tranquilo, siéntate erguido y come a un ritmo pausado para poder masticar bien la comida.
- Experimenta con sabores fuertes y cambios de temperatura, ya que pueden facilitar la deglución.
- Varía tu dieta tanto como sea posible para asegurar una ingesta correcta de vitaminas y minerales.
- Enriquece tus platos con un extra de calorías y grasas
- Toma bocados pequeños, de 5 ml (aprox. 1 cucharadita) cada vez, ya que son más fáciles de tragar.
- Además de estas recomendaciones nutricionales, existen otras formas de facilitar la deglución.
En general, y para resumir, se recomienda distribuir las comidas a lo largo del día, con raciones pequeñas, frecuentes y nutritivas. No utilices productos alimenticios que no formen un bolo uniforme en la boca. Selecciona alimentos que sean fáciles de preparar y pasados por agua.
Modificar las características de los alimentos
Algunas consistencias o texturas pueden resultar inadecuadas, especialmente las muy líquidas, muy secas o poco homogéneas. Prueba alimentos fáciles de masticar y tragar, suaves y bien cocidos: albóndigas, purés de verduras, etc. Los alimentos en puré suelen ser más seguros y permiten absorber una alta densidad energética y de nutrientes. Los purés deben ser homogéneos, con una textura suave, y deben consumirse en cucharadas de un tamaño que puedas tolerar. Si dispones de ellas, añade salsas ligeras a los platos para que sean más fáciles de tragar.
Habla con tu equipo médico sobre tu dificultad para tragar. Pueden ayudarte a encontrar una dieta personalizada.
